¡Qué te cuento!

En las últimas semanas, la muerte del papa Francisco ha acaparado los medios de comunicación, hemos leído de todo, hemos visto filas inmensas de gente que quiso verlo por última vez, se han reunido fieles e infieles, sacerdotes, turistas, mandatarios, periodistas, propios y extraños.

Uno de los grandes temas, que ha causado revuelo e indignación, fue Trump y su traje azul con corbata azul. Que si el protocolo dice que es de negro como hay que ir, que si fue una falta de respeto, ignorancia o provocación. Yo no me voy a meter en semejante polémica, pero si quiero hacer un poco de historia y saber desde cuando existen códigos de vestido.

Dividamos la historia por épocas. En la Antigüedad, en Egipto, Grecia y Roma para ser exactos, según el tipo de ropa que utilizaban se podía saber a qué clase social pertenecían, sobre todo por la cantidad de adornos que utilizaban, a menor estatus social, más sencilla era la ropa.

Durante la Edad Media (siglos V- XV) con el fin de regular y evitar las extravagancias surgieron las leyes suntuarias, estas leyes definían qué tipo de ropa se podía usar, qué colores, y hasta qué materiales, las modas las imponían el Estado y la Iglesia y una vez más estaban vinculadas con el estatus social.

Durante el Renacimiento y el Barroco (siglos XV-XVlll) la cosa se puso peor, se volvieron más estrictos sobre todo para los miembros de la corte y la nobleza. En la Era Victoriana (siglo XlX) la ropa no era sólo una cuestión de moda, sino que también de moralidad, estatus y decencia.

Pero ¿cómo se sabía qué estaba bien y qué estaba mal? Lo que era “correcto” al vestir se enseñaba, se leía, se observaba y, sobre todo, se controlaba socialmente. Romper el código podía afectar tu reputación, especialmente si eras mujer o pertenecías a la clase alta. Existían manuales, tutores, institutrices que orientaban a la población para elegir adecuadamente el atuendo según la ocasión, y como en todas las épocas había ciertos personajes que marcaban tendencia y eran imitados por los demás.

Es hasta los Siglos XX y XXl que el concepto moderno de “código de vestimenta” se popularizó. Primero se dividió únicamente en formal, informal, casual, pero ahora se pueden escuchar unos códigos de lo más sofisticados y en muchos casos pretenciosos y sangrones, como suele suceder en estos mundos de estatus y en los que se quiere pertenecer, se abusa del idioma inglés, como si decir fresh fuera siempre más fresco que simplemente decir fresco.

No sé si les ha pasado que los invitan a algún evento y que, para entender la forma correcta de ir, tienen que bajar un tutorial o preguntarles a sus amigos más socialitos qué significa, o ya de plano recurrir a la Inteligencia Artificial y pedirle que te diseñe un atuendo digno de un código como: White tie, Black tie, Black tie opcional, Business Formal, Business casual, Smart Casual, Cocktail Attire, Creative Attire, Resort Chic y otras menos inteligibles.

Pero los códigos no solo se ocupan de temas de moda, también hay otros elementos dignos de comentar como por ejemplo que, en El Paso, Texas desde el año 2023 la escuela secundaria Charles Middle School prohibió a los usar ropa completamente negra, argumentando que estaba asociada con la depresión y la delincuencia. En Reno Unido en 2015, una mujer que trabajaba como recepcionista fue enviada de regreso a su casa sin goce de sueldo, por usar zapatos planos en lugar de tacones altos. A partir de este escándalo las inglesas hicieron una campaña, recolectaron más de 150,000 firmas y esto resultó en una revisión de las políticas laborales sobre código de vestimenta. Y hablando de zapatos, no olvidemos a la reina Letizia de España que por ser diagnosticada con el Neuroma de Morton que consiste en una dolencia en los pies que le impide usar tacones, ahora se presenta con zapatos bajos y hasta tenis, imponiendo una nueva moda, tanto que marcas españolas de zapatos han aprovechado para salir en revistas como el Hola en los pies de la reina.

Podríamos recurrir al dicho “ande yo caliente, ríase la gente” y no hacer caso a tanta regla y tantos códigos, pero tampoco es tan fácil llegar a una fiesta y ser el foco de atención por ir mal vestida.

En una ocasión un personaje de la política mexicana me contó que llegó a una junta de gabinete con el ex presidente Zedillo y cual no sería su sorpresa al ver que el Presidente y él llevaban la misma corbata, en un principio pensó en quitársela, pero ¿cómo iba a estar en una reunión de esas sin corbata? Zedillo notó la coincidencia y el agobio del personaje y para aliviar la situación dirigiéndose a los demás secretarios les dijo ¿A ustedes no les llegó la corbata que nos tocaba hoy?

La verdad es que yo espero que cada vez nos relajemos más, y que sin ofender ni incomodar a nadie, cada quien se vista y se arregle según sus gustos y su comodidad. (Malusa Gómez)