¡Qué te cuento!

Sin ser gusto culposo, confieso que me encantan los panteones, sí los cementerios. Y este gusto no tiene nada de morboso, simplemente me parecen lugares silenciosos, con mucha paz y mucha historia. Creo que nos vendría bien quitarle un poco de peso a la muerte, sin faltarle el respeto, ni su indiscutible carga de dolor, sin querer que llegue antes de tiempo, pero sí entenderla como algo natural y tan democrática que, a todos sin distinción, algún día nos llegará.

Y resulta, que gracias a ese gusto he tenido la oportunidad, o más bien me la he dado, de conocer muchos panteones. De todo tipo, grandes e imponentes que hasta monumentos nacionales están considerados, chiquitos a pie de carretera sin mármol y bien austeros, históricos de esos que hospedan a personajes famosos que siempre tienen flores en sus tumbas.

Así que decidí investigar un poco de dónde y desde cuándo existe la costumbre de enterrar a nuestros muertos. Al parecer, las primeras fosas comunes aparecieron en África, los enterramientos individuales vinieron después. Fue hasta que los habitantes del mundo dejaron de ser nómadas y se instalaron de manera permanente, crearon aldeas y se empezaron a dedicar a la agricultura, cuando tuvieron que decidir qué hacer con sus muertos, tenían que deshacerse de los cuerpos y enterrarlos. Los colocaron bajo la tierra, para que no se acercaran los depredadores, evitar malos olores y enfermedades. También por esas tres razones, los cementerios siempre estuvieron a las afueras de las comunidades. Luego vinieron las decoraciones, las estatuas, las placas, los epitafios, las fotografías, las flores. Pero los panteones no siempre fueron lugares solitarios y silenciosos, hubo un tiempo en que se utilizaban como parques para pasear y reunirse, también algunos tenían animales que pastaban entre las tumbas pues se creía que la tierra era más fértil y llena de nutrientes gracias a los cuerpos que descansaban ahí.

Como ya les dije, hay panteones super famosos. El Cementerio “Colón” de la Habana en Cuba, está lleno de personalidades, hay una tumba en particular que siempre tiene flores y es muy visitada, la de Amelia Goyri, más conocida como La Milagrosa. Esta mujer nació en 1879, era esposa de un capitán del ejército liberal, cuando dio a luz a su primer hijo, ambos murieron, los enterraron juntos. Y según cuentan las leyendas, años después al exhumar los restos, los encontraron intactos.

Otra mujer que sigue siendo visitada y venerada aun después de muerta, es Evita Perón. Para ir a verla en el panteón de la Recoleta en Buenos Aires hay que hacer fila, es una actividad sugerida por todas las guías de turismo argentinas. Y así les puedo decir de un montón más, como el de París, el de la Almudena de Madrid, el antiguo cementerio judío de Praga también es visita obligada sin importar religión ni creencias.

En Ecuador en la ciudad e Tulcán, está el camposanto Azael Franco, este tiene la peculiaridad de que sus arbustos y árboles están podados de tal forma que representan figuras Incas, es, con todo respeto, un panteón muy divertido y curioso. Hablando de curiosidades, existe uno en Rumanía, llamado el Cementerio Alegre de Sapanta. En 1935 el artista Stan Iona Patras empezó a esculpir poemas en algunas cruces de madera y a añadir dibujos con muchos colores en las tumbas convirtiéndolo en un lugar muy popular y poco común.

En Puebla no nos quedamos atrás, nuestro Panteón Francés es una joya, pasear por sus calles perfectamente alineadas, con números consecutivos y rodeados de cipreses para mí es un verdadero placer, los cipreses son los árboles típicos de los panteones, y no es por casualidad, por un lado, siempre están verdes sin importar la época del año y además como son así de derechitos y altos, se les consideran árboles que crecen rumbo al cielo. Yo tengo la costumbre de ir a ver a mi papá, a Geles mi hermana y ahora a mi mamá. También están mis abuelos y otros tíos, pero la verdad es que a ellos les tocan flores porque comparten espacio con mis quereres. Siempre que voy paseo un poco y curioseo nombres, frases, fechas, construcciones, santos, encuentras de todo. Si ustedes son más ecológicos y la idea de descansar en paz entre monumentos e historia no es lo suyo, también tenemos en Puebla, Bosque Eterno un concepto novedoso, arbolado y lleno de paz. Y no olvidar al Panteón Municipal, desde su entrada es imponente.

El fin de semana visité Calpan, a mis amigas a mí nos llevó hasta allá un helado de maíz azul digno de hacer el viaje. Nunca había estado por esos rumbos. Me impactó su Exconvento Franciscano y claro está visitamos el panteón. Subimos un poquito por sus calles hasta la entrada y luego una larga escalinata, es un cementerio modesto con sus buenas tumbas rebosando de flores y muchas cruces, con la vista de la ciudad de Puebla a lo lejos, del otro lado el pueblo de Calpan con sus iglesias y al fondo imponente el Popocatépetl, don Goyo, con su fumarola. Una visita obligada a la que se le puede sumar en estos meses, que ya pronto empezarán los chiles en nogada, tradición de por esos lares. (Malusa Gómez)